Friday, March 19, 2010

Adiós a Totó...


Totó, el calor sofocante de Tapachula te mató -pensé-, los detalles de tu despedida del mundo nunca los conocí, pero esta fue mi conclusión mientras Eva me platicaba que tu mujer murió primero, al tiempo que yo sostenía la fotografía que acababa de tomar del muro de mi nueva habitación: Tu mujer Totó, sentada a la orilla del mar, anciana y abstraída, sin mirar a la cámara, sin mirar al mar. Sentada contemplando sus propios pies, convertida por siempre en una versión tropical de James Whistler.

Así, al concluir la primer semana, agotado el tinto y las tardes de sosiego, me vi obligado a compartir el tiempo soporoso contigo.

Dormí la siesta en tu sillón, miré tu televisor, leí "El Orbe" en tu retrete y arrullé mis noches de tres ventiladores con Jaqueline DuPré acostado en tu cama.

Pero por más que miré en todos los rincones ignotos de tu casa, buscando un Aleph detrás de tu refrigerador, nunca encontré nada más que las procesiones de hormigas y otros insectos de anacrónicas dimensiones que hoy reclaman la potestad sobre tu casa.

Deben de estar trabajando en mejoras espectaculares en el más allá, pues cada día sabemos menos de aquellos que -como tú- nos han precedido.

¡Adiós Totó! cuando finalmente alcance el otro extremo podré conocer tu rostro y despojarte de tu tutú, tengo el presentimiento que seremos buenos amigos.


Tapachula, Chiapas. Octubre 2009.